Kevin: Confrontando el abuso (pt.1)

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Hola! Antes de que empecemos con este blog queremos asegurarnos que sepas los temas que vamos a estar hablando. A continuación estaremos tratando mi historia personal de agresión sexual y abuso sexual, interacciones con mi abusador, con mi familia, y el entorno donde las situaciones se produjeron. Si no te sientes cómodo, por favor no te fuerces a leer. Podes saltear este blog. Estaremos describiendo situaciones específicas. Ningún nombre de instituciones o personas involucradas van a ser mencionadas. El objetivo principal es que el foco esté en la historia y lo que sucedió. No en el abusador, o cualquier otra persona relacionada a la historia.

Quizás te preguntes: ¿Por qué compartiría toda esta información con vos? Bueno, yo realmente creo que si vamos a estar hablando sobre abuso sexual y salud mental, tenemos que encarar de frente las situaciones, y ser transparentes sobre la realidad que tenemos delante. No quiero explicar nada vagamente. Soy totalmente consciente que mi historia me causó trauma que tomó años de trabajo con terapia para superar, y tomó mucha energía emocional. Es parte de mi vida e historia, y no hay manera de simplemente borrarla.


La sociedad está dispuesta a dejar que pasen décadas, haciendote sentir que tu historia no es importante porque hay “peores casos ahí afuera”, pero la realidad es que todos nosotros vivimos nuestra propia historia, y tenemos que cuidarnos a nosotros mismos.


Por último, compartir mi historia es una manera de sanar para mi. Por más de 5 años mantuve en secreto lo que me pasó, inclusive sin contarle a mi propia familia. Me tomó inclusive más tiempo poder empezar a hablarlo con amigos, y cada vez que hablo al respecto me siento más libre.

Oh, una cosa más. Esta es la parte uno de mi historia. Decidí dividirla en dos partes. Este blog va a hablar sobre el abuso en sí, mientras que el siguiente blog se enfocará en el proceso de sanación, empezando por el momento en el que comprendí a lo que ma había atravesado durante mi niñez.

Cuando tenía 6 años de edad, mi familia se mudó a otro país. De repente, la vida era muy distinta. Una nueva ciudad, nuevas personas, nueva comida, nueva cultura, y en cierta manera… inclusive la manera de interactuar y hablar con otros era distinta.

Mi familia siempre ha estado involucrada con la iglesia, por lo que ese factor era algo que por lo menos se había mantenido en el traslado. Todos los fines de semana concurríamos toda una mañana a la iglesia. En este tipo de entorno, la confianza es generada bastante rápida y en algunos casos a niveles que pueden llegar a ser peligrosos. No recuerdo cuanto tiempo pasó desde la mudanza hasta que empecé a tener clases de música. Mis padres compraron un piano con una buena parte de sus ahorros. Un hermoso piano Yamaha Clavinova.

Por medio de amistades creadas en la iglesia, se encontraron con la información de que el pianista de la iglesia daba clases particulares, y así empecé a tener clases de piano semanalmente en mi propia casa. Mis habilidades como pianistas no fueron evidentes al comienzo, pero con el tiempo, empecé a mejorar de a poco. Recuerdo que cuando era más grande era emocionante poder demostrarme a mi mismo y a mi profesor cuanto podía mejorar de semana a semana.


Yo tenía posiblemente unos 8 años de edad cuando las cosas empezaron a cambiar. Muy, muy lentamente las situaciones fueron evolucionando y pasaron de ser meras clases, a una amistad, y de ahí a conversaciones que no eran realmente normales para un niño de 8 años, en especial siendo la otra persona mayor de 40 años.

De vez en cuando hablábamos de mis compañeras de clase y quien me gustaba. Si bien en el momento no tenía noción de lo que sucedía, sin duda me gustaba que alguien estuviese interesado en hablar conmigo sobre estos temas. Ahora que miro hacia atrás, él estaba empezando a crear una conexión conmigo basada en la confianza. No era algo que yo tenía mucha experiencia siendo un niño, y al mismo tiempo me sentía seguro. Luego de que la confianza estaba creada, las situaciones siguieron evolucionando en una dirección muy definida que recién lo puedo ver años después. Por lo que yo entendía, todo lo que sucedía era normal. Podía hablar con él sobre temas que no me sentía cómodo hablando con nadie más.

Una cosa llevó a la otra, y de esos temas de conversación pasamos a conversaciones sobre teléfonos, luego de juegos en el celular, y de un día para otro me mostró y me presentó un juego sexual en el celular. Uno de esos que no existen en la tienda oficial del dispositivo, sino que se instalan directamente. Eran cosas que nunca había visto antes. Esa fue mi introducción a la sexualidad, pero al final de cuentas, era la única persona con la que yo me sentía en cómodo hablando del tema. Ya que la sexualidad en la iglesia y en la casa eran un tabú.

Eventualmente era lo suficiente “grande” para que él pueda pedirle a mis padres de llevarme a un centro comercial. Diciéndolo en voz alta suena como una locura, porque lo era, pero hay que recordar que esta persona iba a mi casa todas las semanas por años, lo veíamos en la iglesia todas las semanas, y era profesor de muchos otros chicos en el barrio. Todos le teníamos completa confianza.

Hasta el día de hoy, no he podido recuperar muchas de las memorias de ese tiempo, a pesar de terapia. Todavía hay recuerdos bloqueados. No recuerdo exactamente que edad tenía, o cuanto tiempo pasó entre una cosa y otra. Luego de años de preparación y conversaciones, mi profesor de piano empezó a hablarme de sexualidad en una manera mucho más directa y grotesca. Esto hizo que las conversaciones sean más sobre sexo que sobre el piano en sí. Yo era un buen alumno por lo que seguía aprendiendo fuera de la clase, pero el término “clase de piano” significaba algo muy distinto ahora.

Mi abusador me mostró pornografía luego de pedirle a mi mamá que haga una fotocopia para una “música que tenía que aprender”. Una vez que ella se había ido, fuimos a la computadora donde me empezó a mostrar como funcionaban las páginas, las categorías, como asegurarme que el navegador esté en modo incógnito y cómo eliminar el historial de ser necesario. Excusas como ésta, de necesitar una fotocopia se convirtieron en algo mucho más normal, porque esto le daba la oportunidad de estar solo conmigo, de hablar libremente, de mostrarme pornografía, de usar la computadora de la casa, de empezar a tocarme, y hasta de imitar posiciones sexuales con ropa, acostados en el suelo. Todo esto, sucediendo en mi propia casa.

Decir estas cosas todavía es chocante para mí. Se siente como una realidad tan distorcionada. No sentía que algo malo me estaba pasando. Me sentía seguro con él. Durante una de las clases me convenció de que le deje ver mis genitales, que luego se convirtió en que me pueda tocar, y eventualmente en que me pueda masturbar. Casi como un nuevo ritual de la clase.

A pesar de que describo las situaciones que pasé en breves líneas, eran eventos repetitivos. Estas situaciones se convirtieron en rutinas, parte central de las clases de piano. Quizás no todas las semanas, porque dependía mucho de la cantidad de personas en la casa, o de la posibilidad de tener alguna excusa para poder quedar solo conmigo. Pasó tantas veces que perdí la cuenta.

El peor momento de toda la historia sucedió en uno de esos viajes al centro comercial. Recuerdo claramente que paramos para tomar té de burbujas, y luego, ya que su departamento estaba cerca, me llevó ahí. Esto era claramente parte de su plan desde el comienzo. Sus planes siempre eran muy específicos, y es obvio para mi ahora que soy adulto, que yo no fui el primero en pasar por algo así con él.

Algunas semanas antes de esta salida, me había estado hablando de hacer algo la próxima vez que estemos solos. Me contó que quería comprar condones, algo de lo que yo no tenía conocimiento en absoluto ¡porque era un niño! Me explicó lo que quería que hagamos. Todo era muy confuso para mí. Entrar en ese lugar, donde vivía una persona mucho mayor que yo. Confiaba en él, pero algo se sentía raro igual. Todo lo que sabía de sexualidad por años había sido por medio de las conversaciones que había tenido con él. La falta de conocimiento sobre el tema era tan extrema que estaba dispuesto a dejar un hombre tocarme porque era todo lo que sabía.

Tenía todo el departamento preparado para nuestra llegada. Al momento de entrar, la televisión estaba lista para reproducir una película adulta, la cama donde quería tocarme estaba preparada, los condones estaban ya en sus manos y listos para usarlos. Ese día él también se bajó los pantalones, y no solo los míos. Penetración nunca fue parte de las circunstancias que tuve que afrontar durante el abuso, pero ahora puedo ver lo cerca que estuve a una situación de este índole. No era consciente la realidad que vivía, en esa pieza, mientras estaba en esa cama de un conocido haciendo cosas desconocidas para mí.

Otra cosa que hoy me choca muy fuerte siendo adulto, es la confianza que se puede construír con alguien al punto que no va a hablar con nadie sobre lo que está sucediendo. Hubieron muchas señales que veo ahora como adulto, mientras transito el proceso de sanación, que me hacen creer que ya había hecho esto a otros niños antes que a mi. Su sistema estaba perfeccionado, y esto es algo que me asusta inclusive más. Nunca sabré cuantos casos hubieron con esta persona, pero el hecho de que el sabía que yo no iba a hablar de sexualidad con alguien más que no sea él es un hecho demasiado grande que como sociedad no podemos ignorar. Él me estaba llevando a esto desde el comienzo.

Pudo hacer conmigo lo que quizo ese día. Yo recuerdo como si fuese ayer el viaje hacia su lugar, el clima del día, el té de burbujas que tomamos, y puedo cerrar los ojos y ver cada centímetro de esa pieza. Cada esquina, los libros fuera de lugar, la iluminación que tenía, la ropa que estaba usando, como sonaba y se veía esa televisión, el sentimiento de él poniéndome el condón, como se veía él. Dudo que sea capaz de eliminar esas imágenes algún día. Ahora estoy sano, y han pasado años de tratamiento, pero de cualquier manera, hay imágenes, sentimientos, recuerdos y sonidos que quedarán en mi mente por el resto de mi vida.


Tenía 15 años cuando nos fuimos del país, y volvímos a Argentina. Todavía no entendía lo que había pasado, pero luego de ese viaje a su departamento, siempre sentí que algo no estaba bien. No tenía como definir cuál era el problema, y no tenía ningúna idea de cómo hablar con un adulto al respecto. Era extremadamente vulnerable porque no tenía habilidades de comunicación para estos temas, fuera de las conversaciones con él. No confiaba en mis padres, en mi hermano, en mis amigos, ni en mi mismo. Ni bien volvimos a nuestro país de origen, me fui a un colegio lejos de mis padres. Quería y necesitaba estar solo.

Tenía un gran problema de confianza en las personas. Caualquier persona cercana era una amenaza. Había estado viviendo una vida tan distinta, y sin posibilidades de explicarme. Mis experiencias habían sido de un mundo paralelo. A pesar de que mi abusador me siguió escribiendo por un tiempo, me llevó unos 3 años de no estar cerca a él para darme cuenta de lo que realmente pasó. No lo podía creer. En este momento ya estaba en la universidad y estaba entrando en una depresión en la que no podía siquiera pararme para ir a comer. Estaba en la cama todo el día.

En el siguiente blog voy a estar explicando cómo empecé el proceso de sanación luego de caer en cuentas de la realidad que había vivido por tantos años de mi infancia. Muchas gracias por estar aquí y ser parte de este blog. Sin duda el apoyo que he recibido al empezar este proyecto es inmenso. ¡Nos vemos la próxima semana!

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This Post Has One Comment

  1. Arturo

    Gracias a Dios que te está dando el valor para salir adelante tomado siempre de su mano. Sabes que siempre podes contar con nosotros !!